Antonio Cilloniz de la Guerra

Opus est. IV Noches del invierno

Espejo de Narciso

Ah, pobres ninfas condenadas
a recibir la sombra de Narciso
que, a causa de las ondas que producen
al intentar tocarla,
ellas mismas deshacen.
Oh carne de agua, oh sombra de aire
que sin ninfas también desaparecen
al enturbiar su imagen
las lágrimas del alma
de un Narciso igualmente condenado
a ver cual cuerpo de la amada
la propia sombra del enamorado.
***
La posesión efímera del goce
satisfecho por un instante
como medida de uno mismo,
pues tan sólo anhelamos
sentirnos anhelados.

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