Todo creador expone, consciente o inconscientemente, la realidad que le toca vivir. En Cillóniz, la aprehensión de la existencia sufre una natural transformación en su mente, producto de las sensaciones que fluyen como emotividad. Son poemas que, de acuerdo al título, mantienen una estructura y una interacción dialéctica, pretendiendo dar en todo momento testimonio de su mundo. El lector podrá encontrar, en cualquier página, los temas más permanentes y cuestionables de la humanidad. Son textos bien escritos, reflexivos, teñidos de la característica propia del autor, su ironía y humor que a veces llega hasta el sarcasmo, que no le salvan de un cierto pesimismo. Sus cantos tienen una fuerza desgarradora que deja surcos en el lector. "Y habrá una luz": Para que las gaviotas me rescaten/ del mar de su silencio,/ posé sobre la arena/ la caracola de mi oído/ y en la gruta de su silencio me sentí/ en un desierto/ acompañado por gaviotas/ debajo de los buitres. Pero en esta visión cosmogónica, dolida, encuentra una cierta dulzura: Ya hay un lugar amable/ en el costado silencioso de la muerte./ Que es como aquel./ Instante más secreto/ oscuro ya vacío de la vida./ Tan sorprendentemente/ al lado tuyo.
La soledad y la muerte se reiteran en muchos de sus poemas; pareciera que lo que le salva de la desolación son los recuerdos, los sueños o el amor. Le agrada el juego poético, como en los siguientes versos que difieren de lo que pensaba Oscar Wilde, en el sentido que dormir no es vivir. Y mientras duermo/ más/ intensamente vivo./ Mas solo /al desvelarme tengo/ conciencia de mis sueños./ (Realidad que vio/ un ojo mío/ lo que en el otro yo/ simplemente imagino.) Varias de sus composiciones se afirman en la filosofía, en la historia, en lo mítico y en personajes célebres, lo que configura a veces una poesía intelectualizada, pero no por ello menos atractiva. Mención aparte es su estética sobre la poesía y la belleza que percibimos en Del sueño y otros dominios, donde el autor nos ofrece definiciones en prosa de lo que registra su memoria.
En cuanto a su sarcasmo lírico, es producto de una rebeldía que permanece como arma contra lo que él no está dispuesto a aceptar. La sociedad ha cambiado, pero existen realidades sociales que mira con dolor y protesta ante la indiferencia. Utiliza símbolos, a veces en un lenguaje sencillo, otras con hondura filosófica. El espejo, los sueños, la belleza y la muerte forman el caleidoscopio de sus sensaciones. ¿Qué concepto tiene de su oficio? Voy uniendo los sonidos hasta modelar un verso. Como el alfarero junta arcilla para hacer vasijas o estatuillas de barro, aun cuando el bronce las haga después más perdurables./ Pero la poesía está encerrada también en los pensamientos./ Y como el escultor que cincela un bloque, de piedra o mármol, o talla el tronco o la rama de un árbol, así, intuyendo qué imagen, qué idea o sentimiento sobra, crece el nuevo poema y misteriosamente sale ileso. Veamos el surgimiento de esa creación en "De cómo la poesía sirve": Sufrir horriblemente/ sin encontrar en Bécquer rima/ que nos consuele./ Leer a Rosalía/ y solo oír/ la voz donde resuene el deje/ de una tenue y falaz melancolía,/ que esconde/ su sufrimiento. Estamos ante un poeta dolido cuando ve desangrarse las rosas del tiempo. Cuando plantea la soledad del ser, de las almas bajo la tierra mientras una alondra canta en el centro del mundo buscando rumbo. Porque en definitiva para los seres Todo seguirá siendo incierto,/ salvo la muerte. También la virtud que tiene esta creación es hallar en sus versos, algunos breves, un mundo profundo, imágenes que producen tensión, una fantasía expresiva que nace de la realidad que lo circunda y un sentimiento que pro-voca o que lanza una formulación certera. Por ello y otras cosas más Un modo de mostrar el mundo, del poeta iberoamericano Antonio Cillóniz, podría muy bien representar hoy lo mejor de la poesía actual.