Intervención en el II Congreso de Peruanistas, Sevilla, 2004
Espero que siempre haya tiempo y que tampoco falten oportunidades, para que ustedes puedan entrar en contacto con mis trabajos poéticos, bien a través de las librerías o de las bibliotecas.
Todos mis poemas se encuentran recogidos, a la fecha, en tres volúmenes: La constancia del tiempo (Barcelona, Los Libros de la Frontera, Colección El Bardo de Poesía, 1992), Un modo de mostrar el mundo (Madrid, Verbum, 2000) y Según la sombra de los sueños (Madrid, Verbum, 2003). Además, en cada uno de esos volúmenes hay textos de diversos críticos, o del propio autor, que pueden iluminar su lectura.
Por eso, ahora, prefiero aquí sustituir o, si el tiempo me lo permite, posponer mi recital poético, para poder realizar ciertas reflexiones, no tanto sobre mi producción lírica en sí, sino más bien sobre su inserción en su contexto generacional.
En primera instancia, me sorprende sobremanera que la crítica académica, peruana o española, mantenga una actitud de desconocimiento o desinterés acerca de mi labor. Entiendo que las circunstancias que siempre rodearon mi obra hayan podido influir en cierto modo; me refiero por un lado a mi prolongado exilio en España, que me situó culturalmente en la periferia peruana, al mismo tiempo que en la marginalidad española, como un auténtico outsider; y, por otro, a mi carácter, que me llevó a no preocuparme, ni excesiva ni mínimamente, por las políticas de marketing o de relaciones públicas. A pesar de todo lo dicho anteriormente, debo también apuntar que esta situación denuncia paralelamente una ausencia de tareas de investigación por parte de la crítica.
Pero lo que más sorprende son los planteamientos que afectan a la concepción global del desarrollo de la poesía peruana del tercer cuarto del siglo XX. Concretamente quiero referirme a los criterios de clasificación generacional, así como a la distinción e identificación de modos, corrientes, movimientos o grupos en la poesía peruana de los últimos cincuenta años.
Por ejemplo, en una reseña periodística, aparecida en el suplemento "Babelia" de El País, de 22 de mayo último, acerca de Elogio del refrenamiento. Antología poética, 1971-2003 de José Watanabe, una profesora universitaria española afirma, entre otras cosas, lo siguiente: "Fue una gripe lo que impidió al peruano José Watanabe (Laredo, 1946) desplazarse al centro de Lima el día que se firmaba el manifiesto "Hora Zero". El incidente lo dejó fuera del grupo poético más importante en su generación, la de los muy políticos y reivindicativos años setenta." (Hasta aquí la cita.)
No vamos a discutir ahora si Hora Zero era o no el grupo poético más importante en su generación (el más alborotador no lo pongo en duda), porque lo que pretendemos cuestionar es precisamente que exista tal Generación del '70. Efectivamente, hay otro sector de la crítica que, sin llegar a superar del todo el concepto de las décadas, esto es, que sigue utilizando los términos de Generación del '50, del '60 y del '70, al menos introduce nuevas apreciaciones que nos permiten una interpretación más aproximada a la realidad poética. Me refiero al estudio "La poesía peruana contemporánea (1944-1993)" de Jorge Valenzuela, publicada en Susana Y Los Viejos, números 1 y 2, Madrid, 1997, páginas 315 a 330. Ahí se dice que "mediados los años sesenta, toda una pléyade de poetas tributarios de la generación anterior empieza a aparecer a partir de 1960". Y menciona a Javier Heraud, a César Calvo, a Luis Hernández, a Antonio Cisneros, a Marco Martos y a Antonio Claros. Más adelante, en el epígrafe "Los rupturistas: 1965-1968", añade: "Habría que considerar el año 1965 como el momento en el que se produce un movimiento de cambio en la poesía peruana. Dicho proceso contará con dos líneas muy marcadas [...]: una, instala de lleno en el ámbito de la poesía peruana una concepción poética modernista o parnasiana, reconstruyendo el mundo clásico o introduciendo el modo inglés; la otra, parte de una actitud posmoderna, antirretórica y transliteraria." Y menciona esta vez los poemarios Consejero del lobo, de 1965, de Rodolfo Hinostroza, Las constelaciones, también de 1965, de Luis Hernández, mi Verso vulgar, de 1967, y Canto ceremonial contra un oso hormiguero, de 1968, de Antonio Cisneros.
Todo lo anterior se ciñe al terreno estrictamente poético. Ahora bien, si prestamos atención también a los cambios socio-políticos, veremos que el golpe de estado del General Velasco Alvarado y el inicio de lo que se llamó "el proceso revolucionario" nos permiten afirmar que en 1968 se han producido unas transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales. Podemos convenir en que los términos "Generación del '60" y "Generación del '70" no se corresponden ni con el devenir histórico ni con la evolución literaria que sufre el Perú durante dicho período, las décadas de los sesenta y setenta; todo ello solamente obedece a una inercia de la crítica peruana, en primer lugar, y de la extranjera, como un eco, después.
Lo que venimos a proponer, principalmente, es una alternativa a esta cronología gratuita y mecánica de dividir la poesía peruana en décadas. Alternativa que, por otro lado, es defendida ya por un sector minoritario de la crítica peruana: el término de "Generación del 68", es empleado por Alejandro Romualdo en su prólogo a La constancia del tiempo (Lima, Viva Voz, 1990), denominación que además se ajusta a las nuevas apreciaciones críticas de Jorge Valenzuela al referirse a la evolución poética peruana entre los años sesenta y setenta.
Y lo que defendemos, desde aquí y desde ahora, finalmente, es que al menos se tenga presente esta otra línea de interpretación a la hora de abordar el estudio de la poesía peruana del tercer cuarto del siglo XX.